La obra de la Colección Telefónica ocupa un lugar de unión entre edificios, la pradera noroeste, para el disfrute de todos los empleados. Esperamos que Distrito sea su sede permanente por mucho tiempo.
En el siguiente vídeo puedes ver cómo se realizó la instalación de la escultura en Distrito, el pasado 18 de diciembre de 2020.
La escultura forma parte de la Colección de Arte de Telefónica, formada por más de 1.000 obras que puedes consultar en este link.
Un poco de historia…
En los años ochenta y bajo la presidencia de Luis Solana, Telefónica decidió crear una colección de arte con la intención de apoyar la cultura y promover la visibilidad de artistas españoles escasamente representados en los museos estatales de entonces. Telefónica, como una de las primeras empresas del país, y animada por el entonces ministro de cultura Jorge Semprún, adquirió el compromiso de implicarse en una labor que duraría varias décadas.
Uno de los artistas elegidos en ese primer momento fue Eduardo Chillida, escultor vasco de primera fila que ya tenía en ese momento un gran reconocimiento internacional. Así pues se adquiere a través de la galerista Nieves Fernández 41 obras, entre esculturas y obra sobre papel. A este conjunto, se le suma el resto de la entonces incipiente colección, con la compra de obra de artistas como Picasso, Juan Gris, Luis Fernández y Antoni Tàpies.
De toda la obra de Chillida que contiene la Colección Telefónica, sin duda, una de las obras más remarcables es la Mesa de Omar Khayyam IV. Realizada en 1983 en acero corten y con más de tres toneladas de peso, la escultura hace pareja con otra mesa similar, del mismo título, difiriendo solo el número de serie: el III. A lo largo de su trayectoria, el artista vasco hizo cuatro mesas en total dedicadas al matemático, astrónomo y poeta persa de la edad media.
Con casi 40 años de vida, ambas esculturas han tenido diferentes lugares de ubicación que merece la pena recordar. Tras su adquisición, las célebres mesas que nos ocupan estuvieron expuestas en la sala denominada “crucero”, de la planta baja del edificio histórico de Telefónica, -donde hoy se encuentra la flagship-, en la céntrica calle de la Gran Vía. Apoyada sobre los mármoles originales del magnífico rascacielos de Ignacio de Cárdenas, las mesas hermanas requirieron de un reforzamiento en el suelo para sujetar su gran tonelaje. Conviene recordar que por debajo del edificio circula la línea 5 del metro de Madrid así que era estrictamente necesario asegurar ese solado. Durante los años noventa cientos de colegios, grupos diversos, empleados de la compañía y todo tipo de visitantes, pudieron disfrutar de este destacado conjunto que se completaba con el resto de obras de la Colección. Un lugar emblemático para acoger lo que ya era por aquel entonces una colección corporativa de primerísima línea.
La escultura ha sido prestada para su exhibición en numerosos museos internacionales, de ciudades como Bruselas, Munich, Berlín, Lisboa, Buenos Aires o París, además de haber sido expuesta en exposiciones temporales de Barcelona, Valencia, Oviedo, Madrid y Hernani.
Posteriormente ya en los años dos mil, y fruto de un acuerdo de depósito con los museos de arte moderno y contemporáneo más importantes de España, la escultura cambió su lugar de ubicación y fue trasladada a Valencia. Al Instituto Valenciano de Arte Moderno IVAM, dirigido entonces por Kosme de Barañano. Su hermana marchó al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, dónde aún sigue depositada.
En Valencia, la escultura estuvo expuesta en las salas del museo y custodiada en sus dependencias, hasta que se acordó con el IVAM que la mesa regresara en 2016 a nuestras manos. Es entonces cuando se instala en una nueva ubicación, los exteriores de Universitas, en la provincia de Barcelona. En la zona ajardinada, y rodeada de compañeros y compañeras de la Telefónica más internacional, la mesa estuvo expuesta más de tres años, siendo testigo de numerosas conversaciones íntimas o informales, de los paseos de los transeúntes y de la mirada de los más curiosos que se acercaban a la escultura a contemplarla de cerca.
Y ahora en esta etapa, un nuevo lugar de lujo para la mesa más viajera de la Colección: el Distrito Telefónica. Una vez más con el suelo reforzado por unas planchas de hormigón para equilibrar el peso de sus tres toneladas, la escultura ocupa un lugar de unión entre edificios, la pradera noroeste, para el disfrute de todos los empleados. Esperamos que esta sea su sede permanente por mucho tiempo.
Sobre el autor y la obra
Mesa de Omar Khayyam IV
Autor: Eduardo Chillida
Fecha: 1983
Medidas: 50 x 386 x 166 cm
Técnica y soporte: Acero corten
Considerado como uno de los grandes escultores del siglo XX, Eduardo Chillida (San Sebastián 1924-2002) centró su trabajo artístico en investigar y experimentar en torno al volumen, el espacio y la materia. Fruto de la influencia y admiración que sentía por la escultura griega arcaica, su obra temprana es figurativa. Sin embargo, paulatinamente su estilo va derivando hacia lo abstracto, con la presencia de una geometría de líneas rectas y curvas, y de volúmenes vacíos y llenos, tan característico de su obra. Condiciona también su lenguaje artístico, esa profunda raigambre con la tradición escultórica vasca y la fuerte conexión con la tierra de sus ancestros. Utilizó en diferentes momentos el hierro, la piedra, el acero, el alabastro, la terracota o la madera, materiales de los que es capaz de identificar y extraer todas sus cualidades expresivas.
Si bien Chillida es un artista muy formalista, su obra tiene un trasfondo filosófico y poético muy profundo. No en vano a lo largo de su vida se interesó por la filosofía clásica, alemana u oriental, y por la obra de otros muchos creadores como Juan Gris, Bach, Hokusai, Omar Khayyam, o Degas, a los que de un modo u otro homenajea en sus obras.
Precisamente en esta obra, Chillida rindió homenaje a Omar Khayyam, matemático, astrónomo y poeta persa que vivió en Samarcanda e Isfahán entre los siglos XI y XII, y a quién él admiraba profundamente. Entre muchas cosas, Omar Khayyam fue capaz de introducir con gran exactitud el año bisiesto en el calendario, escribió también sobre ciencia, y cultivó la poesía. Destacan sus Rubaiyat, recopilación de más de mil cuartetos que hablan de la naturaleza humana, entre otros de la felicidad, la nostalgia o el hedonismo. Uno de sus poemas fue musicalizado por Kiko Veneno y posteriormente interpretado por Camarón de la Isla. “El mundo es un grano de polvo en el espacio y la ciencia de los hombres es la palabra…”
En esta obra el escultor utiliza el acero corten para crear un juego de espacios y volúmenes donde penetra lo que simbólicamente para él es la luz del conocimiento. De manera metafórica, la mesa adquiere connotaciones de experimentación, como si Chillida construyese el espacio y lo pusiera a disposición de Omar Khayyam para que continuara sus investigaciones.
Cabe destacar el interés del artista vasco en el espacio vacío que las formas geométricas de la mesa van creando en su interior. Este aspecto le valió el apelativo de ‘arquitecto del vacío‘.