Exposición
¿Son los datos el nuevo petróleo, una fuente de riqueza potencialmente infinita? ¿Son la munición que carga las armas de vigilancia masiva?
Coproducción Fundación Telefónica – Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB)
Comisarios: Olga Subirós y José Luis de Vicente
¿Son los datos el nuevo petróleo, una fuente de riqueza potencialmente infinita? ¿Son la munición que carga las armas de vigilancia masiva? ¿O han de ser, ante todo, una oportunidad, una herramienta para el conocimiento, la prevención, la eficacia y la transparencia, un instrumento para construir una democracia más transparente y participativa?
Big Bang Data es un proyecto que se adentra en el fenómeno de la explosión de datos en el que estamos inmersos. Desde los últimos cinco años existe una amplia conciencia entre los sectores académicos, científicos, las administraciones, la empresa y la cultura, de que generar, procesar y, sobre todo, interpretar datos con las tecnologías que estamos desarrollando puede cambiar radicalmente nuestra sociedad.
Gunnar Knechtel Photography, BIG BANG DATA Exposició, CCCB, 9 Mayo - 26 Octubre 2014Investigación e innovación en cultura.
Bill Clinton. The Lippo-Gropu and Jackson Stevens of Little Rock Ark Mark Lombardi 1999
Prayer Companion ©Interaction Research Studio Goldsmiths2014
Prayer Companion ©Interaction Research Studio Goldsmiths 2014
Todos generamos datos, desde nuestro dispositivo móvil, a través de los sensores, de las redes sociales, de fotos y vídeos digitales, de registros de transacciones de compra y de las señales del GPS. La novedad es que cada vez es más fácil almacenar y procesar esta cantidad ingente de datos que detectan patrones (de incidencias, de comportamiento, de consumo, de voto, de inversión, etc.). Este hecho está cambiando completa y muy rápidamente la forma de toma de decisiones a todos los niveles.
Participan en el proyecto diferentes creadores como Christopher Baker, Chris Jordan, Ingo Gunther, Erik Kessels, David Bowen, Aaron Koblin, Eric Fischer, Near Future Laboratory, Bestiario, investigadores, activistas, diseñadores, educadores, analistas, cartógrafos, ingenieros, economistas, arquitectos, comunicadores, programadores, periodistas y un largo etcétera.
Asimismo, el diseñador, creador e investigador Timo Arnall, afincado en Londres,ha creado una instalación sorprendrente a propósito de esta exposición, que nos introduce en los aspectos más arquitectónicos y materiales de los centros de datos. Unas infraestructuras de grandes dimensiones que almacenan millones y millones de datos. Esta instalación se puede visitar «virtualmente» en este film de poco más de un minuto.
La exposición está organizada en diez bloques temáticos que estudian diferentes aspectos del Big Data.
1. El peso de la nube.
La Nube, el nombre genérico para los servicios que preservan nuestras fotos, e-mails, documentos de trabajo y mapas digitales, es quizá una de las metáforas más engañosas jamás acuñadas. Detrás de ella no hay nada ligero ni intangible.
Nuestra insaciable sed de datos ha producido una gran industria pesada, que no se diferencia demasiado de las factorías de la era mecánica, y una telaraña de cables y ondas electromagnéticas que envuelve el planeta por completo. Mantener nuestro ritmo incesante de producción y consumo de datos y asegurar su permanente accesibilidad tiene un impacto energético que ya no es trivial.
2. Inmersos en el tsunami.
La idea de que vivimos bajo la onda expansiva de una gran explosión de información no es nueva. Sin embargo, el ritmo al que ha crecido en la última década la cantidad de datos que somos capaces de producir, transmitir y almacenar no tiene precedente. Hace cincuenta años, un disco duro era un enorme dispositivo, del tamaño de un coche utilitario, que almacenaba el equivalente a una canción en formato MP3, una ridícula porción de la capacidad del teléfono que llevamos hoy en el bolsillo. A medida que nuestra experiencia personal y nuestra historia colectiva se codifican en soportes digitales, el problema de su preservación a largo plazo se hace más urgente.
3. Más es diferente.
Tener acceso a más datos no es solo una cuestión de volumen; a partir de un umbral determinado, es posible hacer las cosas de otra manera. Las inmensas masas de información que producen las organizaciones científicas, empresariales y gubernamentales contienen grandes bolsas de conocimiento valioso que pueden ser capturadas si aprendemos a detectarlas, extraerlas y leerlas.
La revolución de los datos masivos ha traído consigo un conjunto de nuevas metodologías y técnicas de análisis y gestión de la información, así como profesiones emergentes: del data scientist al analista de datos y el experto en visualización de la información.
4. El latido del mundo.
A la facilidad para almacenar grandes volúmenes de información a bajo coste la acompaña otro factor determinante: la facilidad para producir esta información, gracias a los millones de sensores que inundan el mundo. Desde los receptores GPS que monitorizan el transporte de mercancías y pasajeros a los que miden la calidad del aire en las ciudades, el tráfico en las carreteras y el funcionamiento de las cadenas de montaje, por ejemplo. Esta infraestructura es ya imprescindible para que los grandes sistemas globales funcionen, pero además nos ofrece una nueva narrativa, en tiempo real, de las mecánicas urbanas, sociales y económicas.
5. Visualizando la complejidad.
Con el nacimiento de la estadística moderna, a mediados del siglo XIX, como disciplina capaz de explicar distintos fenómenos sociales, científicos y económicos, surge la necesidad de forjar un nuevo lenguaje que salve la distancia existente entre la medición cuantitativa de la realidad y nuestra necesidad de narraciones para entender el mundo.
La práctica de transformar cifras en imágenes para contar una historia tiene una larga tradición en la ciencia y el diseño, que abarca desde las cartas figurativas del siglo XIX hasta la visualización de datos hoy. En la segunda mitad del siglo XX, artistas de distintos ámbitos empiezan a crear una estética de la información, en la que los datos se convierten en un instrumento para la representación y la exploración subjetiva.
6. Qué piensas, que haces, qué sientes.
Hasta hace una década, la gran mayoría de los datos producidos en el mundo eran resultado de procesos científicos, industriales y administrativos. Pero la explosión de las tecnologías móviles y la popularización de los servicios sociales de la Web 2.0 han cambiado esto de manera radical: hoy en día el principal agente de la explosión de datos es la actividad cotidiana de millones de ciudadanos. Ya sea realizando búsquedas en Google, subiendo vídeos a Youtube, actualizando Twitter o aceptando solicitudes en Facebook, nuestras acciones hoy producen huellas digitales en las que quedan capturados nuestros deseos, miedos y esperanzas.
Por este motivo, actualmente se están utilizando técnicas como el análisis de sentimientos (sentiment analysis),
para intentar determinar nuestras preferencias colectivas a la hora de comprar un producto u opinar sobre una decisión política.
7. La nueva era del conocimiento.
Del fútbol profesional a los estudios literarios o la prevención del crimen, en la actualidad son innumerables los ámbitos del conocimiento que se están viendo transformados profundamente por el acceso a grandes conjuntos de datos.
Las metodologías de la ciencia de los datos están abriéndose paso en múltiples disciplinas y creando dominios especializados, con nuevos perfiles profesionales. Así, hoy en la planificación urbanística se habla de tecnologías inteligentes (smart city); en la prensa, de periodismo de datos, y en los departamentos de historia, de humanidades digitales. La primera oleada de productos basados en datos (data-driven) está creando además tensiones y grietas en sus industrias respectivas, como sucede con los polémicos servicios de análisis genómico personalizado.
8. Somos datos.
La necesidad de medir todo lo que hacemos, como forma de autoconocimiento, tiene una larga historia, pero lo que antes era una obsesión extrema hoy es una práctica cotidiana y una economía en crecimiento. La promesa del movimiento del yo cuantificado es que registrar cada uno de nuestros actos es la mejor vía para entender sus consecuencias y alcanzar cualquier propósito. Se trata de una de las muchas industrias que, por medio de los datos, han iniciado la mercantilización de nuestra intimidad.
Hoy no somos solamente consumidores de datos. Las plataformas sociales de Internet construyen un perfil extremadamente detallado de nuestras preferencias y nos convierten en un producto. Nuestros datos son la mercancía con la que comercian los gestores de información (data brokers) y un componente esencial del modelo económico que sostiene Internet. Esta recogida sistemática de datos sobre nuestra vida personal es uno de los factores que hacen posible el estado de vigilancia masiva revelado por las filtraciones de Edward Snowden.
9. Lo que los datos no cuentan.
Situar la cultura de los datos en el centro de la toma de decisiones y de nuestra manera de interpretar el mundo abre muchas posibilidades, pero también implica numerosos riesgos. El principal peligro del «datacentrismo» es que fomente la idea de que en los datos se encuentra la respuesta a cualquier problema y que nuestra sociedad puede prescindir de mecanismos más imperfectos y desordenados, basados en la política y la negociación.
Preservar valores como la subjetividad y la ambigüedad es especialmente importante en un momento en que es fácil pensar que todas las soluciones son computables y se encuentran dentro de un servidor, almacenadas en un Data Center.
10. Datos para el bien común.
Los ciudadanos tienen hoy un papel fundamental para determinar en qué clase de sociedad de los datos viviremos. Pueden resignarse a ser consumidores pasivos y mercancía en manos de quienes explotan su información, o ejercer su derecho a acceder a los datos que son de todos y utilizarlos.
Miles de administraciones de todo el mundo han promovido políticas de datos abiertos para mejorar sus niveles de transparencia y fomentar procesos de innovación ciudadana, con distintos grados de éxito. Además, el público está produciendo hoy sus propios datos. Diferentes plataformas colaborativas hacen posibles nuevas formas de ciencia y nos permiten participar en experimentos colectivos.
COMISARIOS
OLGA SUBIRÓS. Arquitecta, comunicadora estratégica, directora creativa en proyectos de conceptualización y diseño en exposiciones, instalaciones, escenografías, museos e instituciones culturales. Sus proyectos buscan siempre la interacción del público, al que coloca en el centro de su trabajo, introduciendo nuevas e inesperadas formas de experiencia en entornos transmedia. En el 2006 funda Program Collective junto a Mona Kim (París), Todd Palmer (Chicago), y Simon Taylor (Londres), un estudio multidisciplinar y que opera internacionalmente en el campo de la arquitectura, el arte, el diseño, la edición y el análisis cultural. Entre sus últimos trabajos destacan: el diseño de la exposición «Ferran Adrià & elBulli» (Barcelona-Londres-Boston, 2012-2014); el diseño de la exposición «Pantalla Global» (CCCB y San Telmo Museoa de Donostia, 2012); el diseño de la exposición «¿Estás preparado para la televisón?» (MACBA, 2011); la instalación para Dora García (Pabellón español de la Bienal de Arte de Venecia, 2011) y la escenografía para el programa de televisión «Die Klau Mich Show» de la artista Dora García (Documenta (13), Kassel 2012). Colabora en el Máster de Nuevos Formatos Expositivos de Elisava (Universitat Pompeu Fabra) y en el Máster de Diseño Expositivo (Universitat Politècnica de Catalunya).
JOSÉ LUIS DE VICENTE. Periodista, comisario especializado en cultura digital, arte y tecnología. En la actualidad desarrolla diversos programas de investigación como «Visualizar» (Medialab Prado, Madrid). Es comisario de Sónar+D, área de innovación del festival Sónar (Barcelona), y es miembro del equipo curatorial de FutureEverything Festival (Manchester). Es miembro fundador de Zzzinc, una consultoría especializada en la innovación para entidades culturales. Ha comisariado múltiples simposios y exposiciones sobre arte y tecnología, ciencia y diseño: «Máquinas y Almas» (2008, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia), «Arcadia» y «Habitar» (2009, 2010 Laboral Centro de Arte), «Invisible Fields» (2011, Arts Santa Mònica) o «Playtime: Game Mythologies» (2012, Maison d’Ailleurs).
Actividades paralelas
Entre marzo y mayo de 2015, Fundación Telefónica organiza la tercera edición de las conferencias Vivir en un Mar de Datos, que este año llevará el título Big data: Internet de las cosas y de las personas, que indagará las tendencias globales del Big Data, el uso que hacen las grandes corporaciones empresariales y sus aplicaciones concretas en el ámbito de la salud, el deporte y el marketing.
Además, se llevará a cabo la experiencia HackMadrid, que quiere involucrar a los ciudadanos en un ambicioso proyecto de inteligencia colectiva para, entre todos, propiciar una ciudad mejor. Y durante un mes se monitorizará a través de Twitter cuál es la ciudad más feliz de España, así como el mapa de las alergias primaverales. Las conclusiones de estas experiencias se analizarán en la última jornada de Vivir en un Mar de Datos. Más información, aquí.
Fundación Telefónica también ha desarrollado un programa educativo de visitas y talleres dirigidos a escolares, familias, adolescentes y público general en torno al concepto de Big Data. Las actividades permitirán conocer el mundo de los sensores e Internet de las Cosas, así como la visualización e interpretación de los datos que se usan a diario y el rastro digital que dejan en la sociedad. Más información, aquí.