La irrupción reciente del audiolibro en el mercado editorial ofrece nuevas experiencias de consumo de lectura y convierte adultos y jóvenes en «audiolectores«. Las nuevas tecnologías transforman la sociedad, la cultura y los modos educativos, así que las implicaciones de esta tendencia son interesantes de explorar.
Crecimiento importante en el mercado en español
Poco sabemos de las virtudes del audiolibro, tanto en su uso en la vida cotidiana, como en la práctica docente dentro del aula, pues es poca la bibliografía científica que nos habla del tema. Los datos del sector señalan un importante aumento de uso, con hasta 10 000 títulos editados en español en 2019, un crecimiento del 250 % en los últimos tres años.
No cabe duda de que este recurso permite al audiolector, en el espacio de entre una y cuatro horas, experimentar la emoción de la narración auditiva. Escuchar una narración es una experiencia que nos aproxima a la transmisión de textos literarios por medio de la voz, hasta ahora vinculadas exclusivamente a la literatura oral.
Por su parte, en el ámbito educativo, el audiolibro se emplea en el entorno digital del e-learning con el ánimo de mejorar la destreza auditiva, oral y de enseñanza y aprendizaje del léxico.
En 2008 Juan Carlos Rodríguez describía una realidad en España que situaba al audiolibro fuera del mercado. Hoy la situación ha cambiado. La estimación global del mercado de audiolibros en español llega a más de 7 millones de euros anuales en todo el mundo. Los tres principales mercados son España, México y EEUU.
Nuevas experiencias para el disfrute de la lectura
El sistema lineal de compra está cambiando, los productos no necesitan estar expuestos en un establecimiento de autoservicio para su venta. Así, la manera de comprar y consumir libros también ha cambiado. Los audiolibros accesibles en nuestro nuevo entorno tecnológico se muestran en un nuevo escaparate de servicios intangibles en la web. Y su consumo es posible en cualquier momento y a tu manera, como indica la publicidad.
El mercado literario ha buscado un escaparate en la red. Se han creado estrategias de animación a la lectura por medio de youtubers o plataformas específicas digitales de recomendaciones literarias como Qué libro leo, desarrolladas por el compromiso de Atresmedia en su espacio CreaLectura. Y también la plataforma líder de audiolibros Storytel, que ya está en España.
Además, como aliciente añadido al mercado tradicional de libros, el audiolibro es un nuevo servicio que no solo vende narraciones, sino nuevas experiencias para el disfrute de la lectura. Ahora se puede «leer» en movimiento: de camino al trabajo, mientras se hace ejercicio, se pasea, se cocina o se realiza cualquier actividad que no requiera una atenta concentración.
Comprensión oral controlada, no transitoria
La tecnología del audiolibro ayuda a la descodificación lingüística oral, al usar temporizadores que permiten la relectura y el control del tiempo. Estos recursos facilitan y hacen flexible la comprensión oral con acciones controladas. Así, la «construcción» del conocimiento no está sujeta al acto transitorio de la comunicación hablada, sino que el audiolector puede volver cuantas veces quiera sobre el texto oral para su comprensión e interpretación.
Esta nueva tecnología participa en la construcción social para la transmisión de conocimiento, creando nuevos modos de interacción entre los usuarios, especialmente a través de las redes sociales. Así, en un universo digital compartido, el contenido literario del audiolibro está disponible de forma permanente en multidispositivos que redefinen la modalidad lectora.
Leer con los oídos
No estamos, pues, ante una nueva propuesta de oratoria, pues no hay «auditorio», ni ante una práctica distinta de transmisión cultural, sino, tan solo, ante un modelo de consumo de la cultura sensorialmente distinta, en donde la voz enlatada ofrece nuevas soluciones para representar la lectura.
Soluciones cada vez más perfeccionadas, como el proyecto Sonolibro, que ofrece un texto dramatizado en audio, con actores, efectos de sonido y música. Ahora, pues, se puede «leer con los oídos».
Un mundo de posibilidades en las aulas
En el estudio de Araceli García Rodríguez y Raquel Gómez Díaz, «¿Leer con los oídos?: audiolibros y literatura infantil y juvenil» (2019), estas autoras nos hablan de sus beneficios aplicados al espacio educativo. Ahí el audiolibro se usa como complemento de la lectura tradicional en papel.
Así por ejemplo: «la Asociación de Editores de Audiolibros (APA), creada en 1986, ha promovido la creación de Sound Learning, una aplicación para alfabetización que ofrece recursos para demostrar el poder de los audiolibros junto con una guía para su integración en los planes de estudio».
Entre los beneficios, estas autoras destacan el de fortalecer en los más pequeños la capacidad para escuchar y prestar atención, la experiencia de emocionarse gracias a los matices de la voz, y el desarrollo de la actividad cognitiva, con la creación de imágenes mentales y el disfrute de una experiencia sensorial diferente que genera mayor reacción emocional.
Una lectura social
Dentro del aula se pone en práctica la audición de forma compartida y se facilita la comunicación e interacción. De esta manera, se supera el carácter aislado de su uso, y se fomenta la socialización. Esto potencia las habilidades lingüísticas de transmisión como es la habilidad para hablar y escuchar, así como el aprendizaje del léxico.
En este mismo sentido, en el ámbito de la enseñanza de lenguas, el uso del audiolibro se ha centrado principalmente en el desarrollo de la comprensión auditiva y el desarrollo de la lectura. Hasta ahora pocas noticias tenemos de la aplicación de esta tecnología en el aula de enseñanza de lenguas, aunque se pueden mencionar los estudios y trabajos llevados a cabo por Cecilia María Vallorani (2011) sobre la oralidad en el audiolibro.
Estamos, pues, ante un cambio de paradigma que facilita acercar la literatura, permite la movilidad y la simultaneidad y colabora con el aprendizaje fuera de los ámbitos formales.
Autora: , Investigadora principal Grupo de investigación Seminario de Lexicografía Hispánica, Universidad de Jaén.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.