El hombre que transformó el mundo con su luz de corriente alterna conoció el descrédito de sus colegas científicos antes de cumplir los 50.
‘El gran fabricante de Maravillas’ que a principios de siglo XX abre portadas de diarios y revistas científicas se convierte a ojos de la prensa de finales de los años 30 en un «físico misántropo», «entrañable ancianito» que bebe leche y jugo de espinacas.»Yo no viajo por los espacios imaginarios, mis trabajos crean realidades», replica con 80 años a sus detractores.
«El mágico físico y químico». «El rival de Edison». «El gran fabricante de Maravillas»… Así define la prensa de principios del siglo XX a Nikola Tesla (1856-1943), protagonista de la exposición ‘Nikola Tesla. Suyo es el futuro’. El hombre que transformó el mundo con su luz de corriente alterna conoció el descrédito de sus colegas científicos antes de cumplir los 50. Su vida pública queda reflejada en las noticias que conserva la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional, digitalizada gracias a un convenio con Telefónica.
Ilustración artística. 26-10-1891
Ilustración Artística (14-3-1892)
El País (16-7-1897)
El País (16-7-1897)
El Globo (Feb 1898)
El Imparcial (Madrid, 9-1-1899)
El Día (25-4-1899)
Revista de navegación y comercio (30-11-1898)
La Energía eléctrica. 1899, n.º 9, pág.6.
'Alrededor del Mundo' (16-6_1899)
'Alrededor del mundo'. 16 Junio 1899 ©Biblioteca Nacional
'Alrededor del Mundo' (16-6_1899)
'Por esos mundos' (11-8-1900)
Por esos mundos (Madrid 6-10-1900)
Por esos mundos (6-10-1900)
Alrededor-del-mundo-Madrid.-7_3_1901-página-5
Por esos Mundos. 5 enero 1901
Alrededor del mundo (15-5-1907)
Hojas selectas (Enero, 1913) n.º 133, páginas 728 y 729
TIME (1931)
La Voz (Madrid, 7-8-1935)
El Heraldo de Madrid (8/8/1935)
La Libertad (Madrid, 21/2/1936)
Tesla, suyo es el futuro (VÍDEO)
‘El telégrafo sin hilos’, ‘Se acaba el trigo’ y ‘El microbio de la gripe’ son los titulares más destacados de 1899. Estamos a finales del siglo XIX y principios del XX. Edison, Tesla y Marconi aparecen en la prensa un día sí y otro también; y el Almanaque Bailly-Bailliere de 1901 (página 428) habla de Nikola Tesla como una de las grandes estrellas del Palacio de la Electricidad en la Exposición Universal de París.
El siglo XX se inaugura en pleno boom de la electricidad aplicada a la medicina gracias a las corrientes de alta frecuencia de Tesla, «eflcacisimas en toda manifestaoión artítrica, en el histerismo y la neurastenia» (El Imparcial 13/6/1900, pág. 4).
El científico serbocroata se convierte en reclamo publicitario de las más prestigiosas clínicas de salud del Madrid de la época y la prensa destaca su último invento: un casco metálico vibrante que se coloca sobre la cabeza de los enfermos para transmitir una corriente. «El descubrimiento de Tesla ha conseguido curar tísicos casi moribundos», escribe un redactor de ‘Por esos mundos’ (Madrid) en el reportaje ‘Métodos curativos extraordinarios’ del 5 de enero de 1901.
Tesla, que en 1898 ya anuncia la posibilidad de fabricar tempestades, imagina las vídeoconferencias casi un siglo antes que el resto de la humanidad, como leemos el 16 de junio de 1899 en el reportaje ‘El gran fabricante de Maravillas’de ‘Alrededor del mundo’, disponible para descarga en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional.
Su cabeza no para de ingeniar. Trabajador infatigable, el propio Tesla reconoce que necesitaría vivir 100 años para crear todo lo que lleva dentro. En su intento de robarle horas al tiempo, en 1903 idea una «lluvia liberadora» que, para «evitar la esclavitud del sueño», lo espabila cuando el cansancio le invade.
Como refleja Ferran Adrià en otra de las grandes exposiciones de Espacio Fundación Telefónica, todo lo nuevo tiende a no ser comprendido y Tesla no es la excepción. Antes de cumplir los 50, «el rival de Edison» (Los lunes de El Imparcial, 23-8-1897) empieza a sentir el descrédito público. Sus teorías sobre la posibilidad de establecer conexiones con Marte lo alejan de la comunidad científica, que lo tilda de visionario (La Revista blanca, pág. 18. 1/2/1901 y Por esos mundos, pag. 12. 16/3/1901) y la prensa recoge sus ideas con cierta incredulidad. Cada vez más alejado de la vida social, el dr. Tesla se refugia en su laboratorio hasta que en 1907 vuelve a asombrar al mundo con ‘La ola de Tesla’, «un sistema que puede echar a pique en un instante la flota entera de cualquier nación» (Alrededor del Mundo, 15 may 1907) y que amplía su larga lista de inventos futuristas: «el motor invisible» (1895), «el torpedo sin hilos o Aniqulilador» (1899), el Telaumaton, el barco autómata sin tripulantes…
En 1913, el nº 133 de Hojas selectas habla en su apartado ‘Novedades Científicas’ de sus inventos eléctricos, «a la altura de los de Edison y Marconi», en un reportaje que describe con detalle su laboratorio: «…el que lo visita queda sorprendido por la multitud de relampagueantes lucecillas que brotan de todas partes sin descubrir la causa y hasta de la misma mano del insigne físico saltan mágicamente sobre el visitante».
El científico e inventor «hizo una fortuna utilizando la fuerza de la catarata del Niágara para mover máquinas situadas a una gran distancia», señala tres años después el artículo ‘Invenciones que han producido fortunas’, publicado en febrero de 1916 en la revista argentina ‘Caras y Caretas’.
Sus apariciones en prensa se espacian cada vez más. «Los reporteros consiguen sacarlo de su cuarto de hotel para su entrevista anual y durante un día vuelve a florecer su fama de antaño», leemos en la revista Time, que en enero de 1931 le dedica la portada de su número 3. Tres años después, el rotativo La Libertad publica en febrero del 36 una crónica sobre el encuentro que «el decano de los inventores americanos» mantiene en el hotel New Yorker con varios periodistas. Una convocatoria abierta al público y llena de gente joven que Tesla, de 80 años, aprovecha para replicar a los incrédulos: «Yo no viajo por los espacios imaginarios (…) mis trabajos crean realidades».
Los celos interesados de algunos, la incredulidad de muchos , las tremendas inversiones que requieren la puesta en práctica de sus experimentos y las excentricidades del propio científico, van apagando la estrella del inventor de la corriente alterna, la radio, la comunicación inalámbrica, el radar, el láser, el control remoto… Un hombre iluminado por la ciencia y el saber que también soñó con comunicarse con Marte, levantar a los muertos y acabar con la guerra.
‘El gran fabricante de Maravillas’ que abre portadas a principios del siglo XX se convierte a ojos de la prensa de finales de los años 30, en un «entrañable ancianito» y «físico misántropo» (El Heraldo de Madrid, 8-8-1935) de 79 años que en sus escasas apariciones vuelve a convertirse en ‘Silueta del Momento’ y ocupar columnas destacadas de los periódicos (La Voz, El Heraldo de Madrid…).
Nikola Tesla muere en 1943. Solo, en la habitación de un hotel. Tenía 86 años. En el archivo digital de la Biblioteca Nacional no hemos encontrado ninguna mención a su fallecimiento pero gracias a la autora del blog Desiluminate.com, encontramos la esquela que el periódico ABC publicó el 10 de enero de 1943.
Un reportaje de Carmiña Castromil
Repasa la vida de Nikola Tesla a través de la prensa de su tiempo visitando la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional
Agradecimientos y Bibliografía: hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional